Labor Social Noveno Reino
Creemos en las comunidades y como estas pueden genera un cambio benéfico, no solo para los que la conforman, sino en términos generales, si bien somos un grupo que comparte la filosofía de siempre tener con quien jugar, también en las interacciones notamos otras formas de coincidir, las cuales no siempre van de la mano con el juego mismo, al contrario, miran más allá, inevitablemente todos nos vemos afectados por el medio que nos rodea y el aislarnos en mundos fantásticos, no siempre es la solución, porque al volver a este caleidoscopio llamado vida, no podemos no empatizar con las causas, de todo tipo, desde vida silvestre en peligro de extinción, fauna urbana en situación de abandono, o inocentes maltratados, si bien algunos en el juego son leales o caóticos, creemos que las desgracias es mejor dejarlas en el muy lejano milenio 41 y cambiar el hoy, mínimamente, pero con la honesta convicción de ese algo, al crecer como grupo, antes que sucumbir al olvido en soledad, el enemigo natural de las comunidades. Disfrutamos el juego y ganar, pero no hay victoria mas grande que tomar parte en el cambio, cualquiera que sea, arrebatar de la omisión esa virtud maravillosa llamada empatía y colocarla en el tablero, quizá no sea mucho, pero es un punto de partida, los grupos y los vínculos que se generan dentro de estos nos han llenado de alegría, más allá de las risas y el agravio compartido, está la satisfacción de ser parte de algo mayor, mucho más alto, el brindar esperanza y un poco de alivio, que la energía, emoción y sentimientos que nos otorga un buen rival en terrenos legendarios se traslade al día a día para enriquecer y conmemorar ese pequeño triunfo ante la abrumadora indiferencia, que los prados, calles y ciudades se llenen no solo de batallas ganadas e inexistentes, que las luchas del día a día sean un poco mas llevaderas para algunos (algún día muchos más), que al final, cuando sea nuestra hora de abandonar la carne mortal y honrar al dios antiguo o caótico de nuestra preferencia, quede el eterno eco de nuestra pugna ante lo injusto, que ese granito de arena se preserve por siempre, de alguna manera y, así, no hayamos vivido en vano.