El juego se desarrolla sobre un tablero montado al azar, formado por casillas hexagonales que representan los campos, montañas, bosques, canteras y llanuras de la isla de Catan; y sobre las cuales se ubica un marcador que indica el número de una las tiradas de dados posibles (números 2 al 12). De acuerdo al resultado en los dados, los jugadores obtendrán materias primas de aquellas tierras en las que hayan construido sus pueblos y ciudades, las cuales les servirán para seguir creando asentamientos y expandir sus dominios con el fin de conseguir los 10 puntos necesarios para ganar la partida.
A lo largo del juego, cada participante tendrá oportunidad no sólo de competir por el control de las mejores combinaciones de tierras, sino también de transar sus materias primas con la banca o con el resto de los jugadores, lo cual propiciará o entorpecerá irremediablemente las ambiciones de unos y otros. Pero eso no es todo, porque a la rivalidad de los jugadores y su cambiante fortuna, se sumará el azote implacable del Ladrón que, de cuando en cuando, le dará a un participante la oportunidad de robar las materias primas de uno de sus compañeros, echando por los suelos sus planes secretos de expansión.